Jeremias 40 - Ps Jose Guerrero
El remanente dejado
Jeremias 40:6 Se fue entonces Jeremías a Gedalías hijo de Ahicam, a Mizpa, y habitó con él en medio del pueblo que había quedado en la tierra.
Este capítulo describe la situación en
Judá después de la caída de Jerusalén y la anarquía que ocurrió entre el pueblo
que quedó en la tierra. Un país en ruinas, un futuro oscuro y el profeta de
Dios estaba preso. En este capítulo se nombran las distintas personas que
tuvieron un rol específico en este tiempo de caos.
En los vv. 1–6, se nos relata la
liberación de Jeremías. Este relato brinda detalles de cómo Dios usa a personas
de distintas naciones para cumplir su voluntad para con su siervo.
El v.1 dice: La palabra que vino a
Jeremías de parte de Jehová …; sin embargo, no se da ningún mensaje específico,
pero muestra a Dios guiando la protección de su siervo y el plan para su
pueblo. Aun entre el grupo de prisioneros que habían sido llevados hasta Ramá,
Dios rescata a Jeremías por medio del capitán de la guardia, Nabuzaradán.
Siguiendo las palabras de Nabucodonosor
a Nabuzaradán en 39:14 de su deseo de que cuidara a Jeremías, uno puede ver el
interés especial que este capitán toma en su prisionero. No solamente le cuida
sino da palabras de aliento al siervo de Dios que ha sido fiel a su misión de
pronunciar el castigo de Dios sobre el pueblo desobediente.
Durante su ministerio Jeremías había indicado al pueblo
de Judá debía entregarse a los babilonios y no resistirlos, porque el plan de
Dios era usarlos para castigar a su pueblo por sus pecados. Por eso le había
acusado de traidor de su pueblo. Seguramente la corte de Nabucodonosor sabía de
sus acciones y por eso quería darle la oportunidad de ir a Babilonia y vivir
bajo el cuidado de la corte.
Nabuzaradán da el mensaje del rey al
profeta. En los vv. 2-3 se menciona el nombre de Jehová tres veces. El militar hablaba
a Jeremías y al grupo que caminaba hacia el exilio en Babilonia, acusándoles
del pecado contra Dios y de no escuchar su voz. La culpa de esta situación caía
sobre los judíos por su abandono del Señor y por no haberle obedecido.
Había tres extranjeros que ayudaron a
Jeremías cuando sus propios compatriotas le veían como traidor a su patria:
Ebedmelec, Nabucodosor y Nabuzaradán. En ese momento este último libera a
Jeremías, quitándole los grilletes de sus manos y le ofrece la oportunidad de
ir a Babilonia, no como prisionero, sino como protegido de la corte del rey.
Además, le aseguraba que podía contar con su propia protección: Yo cuidaré de
ti (v. 4).
Nabuzaradán le indicó que si quería
quedarse en Judá podría escoger vivir en cualquier lugar en el país: vé adonde
mejor y más conveniente te parezca. Como Jeremías no respondió, Nabuzaradán le
indicó que debía ir a Mizpa donde Gedalías, el escogido como gobernador del
pueblo, allí estaría la sede del gobierno. También reiteró que podría ir adonde
le parezca más conveniente (v. 5). Después de darle provisiones Jeremías salió para
Mizpa y allí vivió dentro de esta comunidad desplazada después de la
destrucción de Jerusalén.
Desde los vv. 7–12 se menciona que después
de la caída de Jerusalén, esta dejó de ser una nación independiente y se
convirtió en una colonia de Babilonia. Su capital Mizpa, no en las ruinas de
Jerusalén, y su gobernador Gedalías. La presencia y guía de Dios con su pueblo
no dependía de la ciudad, ni de su templo. Su plan para su pueblo en aquel
entonces, y para su pueblo ahora es que cada persona se relacione con él, escuche
su voz y le siga en obediencia y amor.
Los babilonios habían dejado una tarea difícil
a Gedalías, la de cuidar de todos los habitantes, hombres, mujeres, niños y los
pobres, que no habían salido al exilio. Era una tarea complicada, pero Gedalías
mostró sabiduría al implementar un plan de cultivo del campo, de cosechar todo
lo que había, de preparar vino, aceite y otros productos, y guardarlos en
vasijas. Había algunos grupos de soldados que no habían sido capturados por los
babilonios y estos oyeron en cuanto a la decisión de Babilonia de nombrar
gobernador a Gedalías, y vinieron a hablar con él. (v. 10-13)
Desde los vv. 13 -16 se nos revela la
conspiración y asesinato de Gedalías por entre el remanente. Tal vez la tarea
asignada a Gedalías no tenía posibilidad de éxito desde el principio, porque no
solamente tenía que afrontar la realidad de la destrucción de su país y la
pérdida de todo lo que identificaba el pueblo como nación, sino además tenía el
problema de una tradición larga de rivalidad entre las familias prominentes y los
líderes de los distintos grupos que quedaban en ese momento. Si esto no era
suficiente, la conspiración del rey de Amón con un miembro de la familia real
de Judá daría el golpe final.
A pesar del buen principio y los
esfuerzos de Gedalías de trabajar con todos para el bien de ellos, todos no
apreciaban su esfuerzo, ni su nombramiento por Nabucodonosor. Entonces se armó una
conspiración contra él. Ismael, un miembro de la familia real, había huido a la
corte del rey Baalis de Amón durante la caída de Jerusalén y este, por su
enemistad tanto con los judíos y los babilonios, hizo planes para usarlo para
matar a Gedalías y así hacer daño al remanente.
Gedalías, por su carácter, por amor a su
patria, por su ingenuidad y por su deseo de trabajar con todos para el bien del
pueblo, no lo creía. Este fue informado por Johanán, hijo de Carea, y todos los
otros jefes militares que vinieron a informarle sobre esta situación.
Johanán sabía que esta era una situación
sumamente seria y le pidió permiso para ir en secreto para matar a Ismael antes
de que él le quitara su vida y pusiera en peligro la vida de todo. Pero
Gedalías no pudo creerlo. Prohibió que Johanán matara a Ismael para protegerle
y le dijo que era falso lo que estaba diciendo.
En los tiempos de crisis, debemos acogernos a la palabra de Dios, solo alli estará la seguridad de nuestra vida.
Comentarios
Publicar un comentario