Devocional 27 octubre - John MacArthur
HAY QUE RECONOCER LA TRAMPA
Cada uno es tentado, cuando de su propia
concupiscencia es atraído y seducido. (Santiago 1:14)
La tentación no viene de Dios, sino de
adentro. El vocablo tentado se empleaba en contextos de cacería para describir
animales que se atraen a las trampas, y se emplea seducido para describir
pescar con una carnada. Toda persona es tentada cuando la trampa del pecado
tiene una carnada que apela a su lujuria. La lujuria de una persona que
responde a la seducción de la trampa la atrae engañosamente hasta el punto que
es atrapada.
¿Qué nos impulsa tanto hacia la carnada?
No es Dios. Y tampoco lo son Satanás, ni sus demonios, ni el sistema malvado
del mundo el que nos seduce para que mordamos el anzuelo. Es nuestra naturaleza
lujuriosa la que nos impulsa a morderlo. Nuestra carne, nuestra naturaleza
caída, tiene un deseo de lo malo.
Desde una perspectiva espiritual, el
problema es que, aunque hemos sido redimidos y hemos recibido una nueva
naturaleza, tenemos todavía un enemigo dentro. La pasión interior de la carne,
no Dios, es la culpable de que seamos tentados a pecar.
Del libro La Verdad para Hoy de John MacArthur.
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