Jeremias 30 - Ps. Jose Guerrero
Los caps. 30 y 31 contienen los mensajes más importantes de consolación y esperanza de Dios, para la restauración del pueblo de su cautividad. En estos dos capítulos Dios revela su plan para producir el rescate. Desde la cautividad y el exilio, Dios iba a producir el milagro de la restauración. El exilio no fue su última palabra.
En los vv. 1–3 el profeta es
llamado a escribir en un libro todas estas palabras que el Señor había hablado.
Mensajes de “edificar y plantar” a su pueblo de nuevo, trayéndoles de su
destierro en Babilonia y de los otros lugares donde habían sido llevados, para
gozarse de nuevo de su protección y su cuidado.
Dios era el actor principal
en el destierro y la derrota, y el actor principal en la consolación y la
restauración. Es interesante que la restauración no era solamente para Judá
sino también para Israel, que había sido deportada por los asirios en 722 a.C.
En los vv. 4–11 hay tres
lecciones que El Señor quería dar a su pueblo.
En
los vv. 12–17 el profeta usa otras metáforas para el exilio y la restauración,
la de la enfermedad incurable y el milagro de la sanidad. Es un cuadro preciso de
la situación de Israel. El pueblo de Dios está enfermo con una enfermedad
terminal, incurable. No hay esperanza alguna, pero la voz de Dios viene con
seguridad: … yo te traeré sanidad, y curaré tus heridas (v. 17). Después de
tener una enfermedad incurable por muchos años demuestra que la sanidad es un
milagro de la misericordia del Señor.
De
los vv. 18–22. La visión de curación y la restauración del pueblo que se había descrito,
ahora se explica con más claridad y detalle. Iba a tener un nuevo principio, un
nuevo día. Dios iba a tener misericordia y compasión sobre las familias de la
nación, sobre sus moradas, sus tiendas. La ciudad sería restaurada; se levantaría
de las cenizas y escombros de su destrucción. Además de la restauración de la
ciudad, el palacio sería reedificado, indicando aquí la estabilidad del pueblo
y su liderazgo. Iba a ser una nación de nuevo, gobernada por uno de los suyos,
no por uno impuesto por sus conquistadores. Iban a renovar el pacto con la
afirmación de la relación personal entre el pueblo y Dios.
En
los vv. 23-24 se intercalan de nuevo las palabras de juicio con las de
consolación y esperanza. De nuevo se habla de lo horrible del furor de Dios
contra los pecadores. El huracán giraría por encima de las cabezas y traería destrucción
sobre ellos. Era algo que el pueblo no podía controlar. Giraría amenazante y de
repente caería irrumpiendo la vida de la nación. El ardor del Señor iba a
cumplir su propósito, el castigo del pueblo pecador.
El
capítulo termina con una oración donde Dios promete entendimiento al final de
los días. Seguramente en medio del exilio hubiera sido muy difícil para los
cautivos entender cómo Dios iba a castigar a los pueblos que les habían
castigado a ellos. Sin embargo, Dios es soberano y conocedor de sus planes. Él
sabe cómo promueve sus planes en el mundo entero. Se puede dejar este misterio
en sus manos, porque se confía en su amor y misericordia. Aun en medio del
juicio, hay esperanza.
Comentarios
Publicar un comentario