Jeremías 27 - Ps. Jose Guerrero

La señal de los yugos

Jeremías 27:2-3  Jehová me ha dicho así: Hazte coyundas y yugos, y ponlos sobre tu cuello; y los enviarás al rey de Edom, y al rey de Moab, y al rey de los hijos de Amón, y al rey de Tiro, y al rey de Sidón, por mano de los mensajeros que vienen a Jerusalén a Sedequías rey de Judá.

En el año 594 a.C. hubo una sublevación en Babilonia. Enemigos por fuera y por dentro se rebelaron contra el imperio. Una coalición de países vecinos; Edom, Moab, Amón y Tiro y Sidón, enviaron embajadores a Jerusalén para buscar apoyo en un plan de rebelión contra Nabucodonosor. Estos países eran siervos de Babilonia, igual que Judá y no querían seguir pagando impuesto al imperio. Egipto, enemigo de Babilonia, buscó aliados en esta rebelión, tratando de que estas  naciones crearan un muro de protección para ellos contra la invasión de Babilonia.

Los falsos profetas anunciaron la caída de Babilonia y el pronto regreso de los cautivos. Sin embargo esta alianza de naciones no logró detener la dominación Babilónica. El rey Sedequías fue llamado a Babilonia para reafirmar su lealtad al imperio en 593 a.C.

Este cap. muestra a Jeremías, hablando en primera persona. Es el mensaje que él había recibido de Jehová para esta situación, frente a los representantes de la coalición de países que procuraban rebelarse en ese momento. El mensaje que repite es que no deben escuchar a los profetas falsos.

En los vv. 1–11 Jeremías fue enviado por el Señor a esta reunión llevando un yugo hecho de madera y cuero. Jeremías entregó a los representantes de Edom, Moab, Amón, Tiro y Sidón un mensaje verbal y simbólico, al entregar un yugo a cada uno de ellos para que lo lleven a sus gobiernos. Este simbolismo representaba el servicio a Babilonia hasta que llegara su tiempo y la carga que esto acarrearía.

Estos versículos señalan que Dios afirma su poder. Él es quien ha creado el mundo y lo que en el existe con su gran poder, reafirmando su Soberanía; Él no tiene que consultar a otro. En su soberanía ha decidido dar el control de todas sus naciones, sus territorios y sus animales a Nabucodonosor, el rey de Babilonia. Aún más, le llama mi siervo (v. 6).

Esta era una idea absurda para los judíos. Ellos pensaban que Dios tenía una relación exclusiva con ellos, no con Babilonia. Son ellos quienes debían ser sus siervos y los beneficiarios de sus decisiones, no un rey extranjero. Pero la verdad que Jeremías da, es que todas las naciones iban a servir a Nabucodonosor y sus descendientes por setenta años.

Por ultimo les recuerda que los reyes de Babilonia no iban a estar  siempre en el papel dominante. Llegaría el tiempo en que ellos también iban a someterse a otras naciones más poderosas que ellos. Todo está bajo el control del Señor.

En los vv. 8-12 el profeta enfatiza la tontería en resistir a Babilonia. Si resisten este control y no se ponen bajo el yugo de Babilonia, Dios iba a castigarlos con espada, hambre y peste, las tres señales de guerra, muerte, asedio, y derrota, hasta que los acabe. Los falsos profetas decían lo que la gente quería oír, el rey y su corte, y los representantes de los gobiernos presentes. Estos profetas adivinos daban voces que confundían a los gobernantes y al pueblo en general, y los llevaban a una falsa tranquilidad frente a este momento que demandaba sujeción.

Desde los vv. 12–15. Jeremías sigue su misión con valentía y aquí se enfrenta con el rey Sedequías con el mismo mensaje que le había sido entregado por el Señor. Parece ser un ruego al rey: ¿Por qué habréis de morir tú y tu pueblo…? (v. 13). La única salida a la supervivencia era la sumisión al rey de Babilonia. Le proclama que los profetas que estaban en contra de esta posición eran mentirosos, su mensaje era falso, no eran siervos del Señor (vv. 14-15). El seguir el mensaje de estos profetas, tanto Sedequías como ellos iban a perecer. En lugar de oír las palabras de estos mensajeros falsos, había que oír la voz de Jehová y seguirla.

En los vv. 16–22, el profeta sigue con el mensaje a los sacerdotes y al pueblo. El mensaje no cambia; para sobrevivir hay que someterse a Babilonia. Los profetas falsos habían dado mensajes que el pueblo y el rey querían oír. El consejo de estos profetas falsos era que la resistencia a Babilonia iba a lograr paz con ellos, y entonces los exiliados serían puestos en libertad y podrían regresar a sus casas.

En el v. 17 el profeta pregunta: ¿Por qué ha de ser desolada esta ciudad? A Jeremías le dolía pensar en más destrucción y muerte, pero tenía que ser fiel a su llamamiento y proclamar la palabra que Jehová le había dado. Si los sacerdotes y el pueblo tomaban la decisión de rechazar el mensaje de los profetas falsos y someterse al rey de Babilonia, entonces iban a vivir y salvarían la ciudad.

En el v. 18 Jeremías formula un reto a los profetas falsos. Si ellos tienen la palabra de Jehová como dicen, en lugar de profetizar mentiras deben orar a Dios pidiendo que los utensilios que quedan en el templo y otras cosas valiosas en la casa de Sedequías, no sean llevados a Babilonia. Esto significaría que la ciudad y el templo no serían destruidos. Pero Dios había dicho que Nabucodonosor se iba a llevar estas cosas a Babilonia.

Es en este momento de confrontación con el mensaje de los profetas falsos es que Jehová da otro mensaje de esperanza al pueblo. Los utensilios no iban a quedarse en el exilio para siempre, sino que Dios en su soberanía tomaría la decisión de bendecir al pueblo de nuevo, y en ese entonces los haría volver y ser puestos de nuevo en su lugar. Si los utensilios iban a ser devueltos, entonces es obvio que el pueblo iba a regresar también. Hay esperanza de vida después de la muerte y destrucción.



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