Jeremías 5 - Ps Jose Guerrero
Cuando rehusamos arrepentirnos
Jeremías
5:1 Recorred las calles de Jerusalén, y mirad ahora, e informaos; buscad
en sus plazas a ver si halláis hombre, si hay alguno que haga justicia, que
busque verdad; y yo la perdonaré.
En
este capítulo, el profeta muestra que aun en Jerusalén siendo el centro de la adoración de Judá, no había una
persona justa, que adorara a Dios. (v.1) Dios estaba dispuesto a salvar la
ciudad si se encontrara una persona así. Debemos valorar lo que hace el
testimonio con los que nos rodean. No olvidemos que somos testimonio de Dios
para otras personas.
En
el v.3, el profeta afirma que Dios solo acepta la verdad. Cuando oramos,
cantamos, hablamos o servimos, nada cierra la puerta a la aceptación de Dios
más que la hipocresía, las mentiras o la jactancia. Al estar cerca de Dios, debemos
ser sinceros.
En
los vv. 4-5 El profeta advierte que os líderes que conocían las leyes de Dios y
entendían sus palabras de juicio lo rechazaron. Se suponía que debían enseñar y
guiar al pueblo, pero en lugar de eso los guiaron al pecado. Jeremías observó a
los que desconocían los caminos de Dios y se dio cuenta que no fueron enseñados
por sus líderes.
En
el v. 7 Dios responsabilizó a estas personas de los pecados de sus hijos ya que
siguieron el ejemplo de sus padres. El pecado de desviar a otros a través de
nuestro ejemplo, sobre todo a los hijos, es un pecado por el que Dios nos hará
responsables.
En
el v. 15 el profeta menciona el
surgimiento de Babilonia como potencia mundial. En efecto era una nación antigua,
(1900 a.C. al 1550 a.C.) y los reinos anteriores habitaron su suelo desde 3000
a.C. Babilonia, en los días de Jeremías, pronto se rebelaría en contra el
domino asirio, formaría su propio ejército, conquistaría Asiria y llegaría a
ser la siguiente potencia mundial dominante.
En
el v. 21 Jeremías dijo al pueblo que ni sus ojos ni sus oídos les servían de
algo debido a que se negaban a ver y escuchar el mensaje de Dios. Los pueblos
de Judá e Israel fueron neciamente sordos cuando Dios les prometió bendiciones
por su obediencia y destrucción por su desobediencia. El mensaje de Dios trae
doble efecto en nuestra alma, endurece o
nos ablanda el corazón.
En
los vv. 22-24 el profeta exhorta al pueblo a manifestar la verdadera actitud, cuando
llega a la presencia de Dios. Les recuerda que deben ir con temor y temblor (asombro
y respeto), porque Dios pone límites a los inmensos mares, y establece las
lluvias y cosechas. Dios tuvo que quitarles todos los beneficios que Judá e
Israel llegaron a respetar más que a El mismo, con la esperanza de que el
pueblo se volviera a Dios.
En
los vv. 28-29 el profeta afirma como actúan frente a los pobres y los huérfanos,
los pueblos y naciones que agradan a Dios. En cambio les recuerda como habían actuado
ellos al tratar injustamente a los indefensos. Algunas personas indefensas
están a nuestro alcance: huérfanos, pobres, solitarios y desamparados. Actuemos,
el Señor es fiel
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