Jeremías 3 - Ps Jose Guerrero
Cuando Dios llama al arrepentimiento
Jeremías 3:11 Y me dijo Jehová: Ha resultado justa la rebelde Israel en comparación con la desleal Judá.
Existía
una ley que prohibía que una pareja divorciada se volviera a casar, en el caso
de que la mujer se hubiera casado con otro hombre y luego divorciado. (v. 1) Esta
ley dice que una mujer a la que su primer marido le dio carta de divorcio por
haber encontrado algo indigno en ella, nunca se podrá unir de nuevo a su primer
esposo. Judá "se divorció" de Dios y "se casó" con otros
dioses. Dios tenía todo el derecho de repudiar a su pueblo desobediente, pero
en su misericordia estaba dispuesto a volverlos a recibir.
El que Judá se volviera a
otros dioses es equivalente al adulterio espiritual contra el Señor. A menudo
esa infidelidad se manifestaba en inmoralidad en el reino natural cuando el
pueblo participaba en la prostitución ritual. A pesar del mensaje que Dios le
envió por medio de su siervo Jeremías, el pueblo siguió en sus malos caminos. A
menudo el NT advierte contra la idolatría y la inmoralidad, no sea que quienes
viven bajo el nuevo pacto repitan los errores de los que vivieron bajo el
antiguo. vv. 2-5
En los vv. 4-5 muestran que
a pesar de su gran pecado, Israel seguía hablando como si fuera hijo de Dios.
De la única manera que podían hacerlo era restando importancia a su pecado.
Cuando sabemos que hemos hecho algo malo, queremos pasar por alto el error
liberando así algo de la culpa que sentimos. Cuando le restamos importancia a
nuestra maldad, por naturaleza nos asustamos ante los cambios que debemos hacer
y, por lo tanto, continuamos pecando. Sin embargo, si viéramos cada actitud o
acción errónea como una ofensa seria a Dios, comenzaríamos a entender lo que
significa vivir para El.
Si nos fijamos en los
delitos de quienes quebrantan su profesión de fe, y sus consecuencias, vemos
que hay mucha razón para evitar los malos caminos. Espantoso es ser declarado
más criminal que los que perecieron realmente en sus pecados; pero en el
castigo eterno será poco consuelo para ellos saber que otros fueron más viles
que ellos. vv. 6-11
En los vv. 11-13 Israel ni
siquiera trataba de aparentar obediencia a Dios, sin embargo, Judá mantuvo su
apariencia de fe verdadera sin un corazón sincero. Creer la sana doctrina sin
un compromiso de corazón es como ofrecer sacrificios sin un verdadero
arrepentimiento. El falso arrepentimiento de Judá trajo palabras condenatorias
de Jeremías. Vivir sin fe es caso perdido y expresar dolor sin cambiar resulta
traicionero y desleal. No basta con sentirse mal por el pecado. El
arrepentimiento demanda un cambio de actitud y corazón que resulta en un cambio
de conducta.
De los vv. 12-18 el reino
del norte, Israel, estaba en cautiverio, castigado por sus pecados. El pueblo
de Judá despreció a estos vecinos del norte por su herejía flagrante y por su
degradación moral. Aun así, Jeremías prometió al remanente de Israel las
bendiciones de Dios si se volvían a El. Judá, todavía seguro en su propia
opinión, debió haberse vuelto a Dios después de ver la destrucción de Israel.
Pero rehusó hacerlo, así que Jeremías los sorprendió al hablarles acerca de la
promesa de Dios al remanente de Israel si se arrepentían.
En los vv. 19-25 Jeremías predijo el
día en que la nación volvería a unirse, la verdadera adoración se re-instauraría
y el pecado se vería como tal. Nuestro mundo glorifica la emoción que surge de
la riqueza, competencia y placer sexual y pasa por alto el pecado que con tanta
frecuencia se asocia con estas emociones. Resulta muy triste el hecho de que
muy pocos vean el pecado tal y como es: un engaño. La mayoría de la gente no
puede verlo hasta que se ve destruida por el pecado que ha perseguido. La
ventaja de creer en la Palabra de Dios es que no tenemos que aprender por dura
experiencia los resultados destructivos del pecado.
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