Jeremías 1 - Ps Jose Guerrero

Cuando Dios nos llama

Jeremías 1:5  Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones. 

El llamado de Jeremías se presenta como la culminación de un proceso que comienza aun antes de su concepción y nacimiento. La referencia a este plan implica el compromiso de Dios con la vocación de quienes serán sus mensajeros. Este interés por cada persona,  caracteriza la interacción de Dios con cada uno de nosotros, pues a cada uno ha "tenido en mente" aun desde antes de nuestro nacimiento.

El ministerio de Jeremías abarcó por lo menos cinco décadas, desde el rey Josías de Judá (627 a.C.) hasta el último rey, Sedequías, en su último año (586 a.C.). (vv. 2-4)

En el v. 5 se habla del conocimiento pleno de Dios hacia Jeremías, así como el plan soberano que estuvo diseñado para él desde antes de que fuera concebido. La respuesta de Jeremías (v. 6) muestra su incapacidad y su falta de experiencia. Era un joven de veinte a veinticinco años de edad al inicio de su ministerio, durante la caída de Jerusalén  tendría cerca de sesenta años  y como de noventa en el final de su vida.

En los vv. 7-10 muestra que el poder que respaldaba el servicio de Jeremías, estaba centrado en la presencia y la provisión de Dios.

Desde los vv. 11-16, se muestran dos ilustraciones del encargo de Dios. En primer lugar, la señal de la vara de almendro. El almendro o el árbol "sin sueño", porque este despertaba del sueño invernal antes que los demás árboles y florecía en enero. Esto era un símbolo del inicio del juicio de Dios, tal como Jeremías lo anunció. 

En segundo lugar se muestra la imagen de una gran olla (v. 13), un recipiente redondo de cobre, con dos manijas, apoyado sobre el fuego. Estaba inclinada hacia el costado, con la parte más elevada mirando al norte, de tal modo que cuando hierva su contenido se volcará hacia el sur, es decir, hacia Judá, simbolizando los invasores babilonios que traerían juicio sobre Judá.

La responsabilidad de Jeremías era la proclamación valiente de todo lo que debía decir como portavoz de Dios (v. 17-19). Por otro lado, Dios se comprometió a preservar y defender al profeta. (v. 19)

En conclusión: Dios conoció a Jeremías, mucho antes de que alguno de nosotros naciera. Cuando nos sintamos descorazonados o indignos, recordemos que Dios siempre nos ha considerado valiosos en sus manos y ha tenido en su mente propósito para cada uno de nosotros.

A menudo la gente lucha ante los nuevos retos debido a su desconfianza, sienten que no tienen la habilidad, capacidad o experiencia adecuada. Jeremías pensó que era solo "un niño", demasiado joven e inexperto para ser el vocero de Dios para el mundo. Sin embargo, Dios le prometió estar con él. Nunca debemos permitir que los sentimientos de insuficiencia nos impidan obedecer el llamado de Dios. Siempre estará con nosotros.

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