La resurrección - Thomas Watson
¿Cómo es posible que el cuerpo, reducido a cenizas,
resucite?
Esta pregunta no es contraria a la razón sino que la
trasciende. Hay algunas semejanzas con la resurrección en la naturaleza:
el grano que se siembra en la tierra muere antes de brotar. “Lo que tú siembras
no se vivifica, si no muere antes” (1 Corintios 15:36).
En el invierno, los frutos de la tierra mueren; y en primera
hay una resurrección de los mismos. El olivó de Noé, que brotó después del diluvio, fue un
símbolo llamativo de la resurrección. Y después de la pasión de nuestro Señor, muchos cuerpos de
santos que habían dormido, se levantaron (Mateo 27:52).
Dios puede resucitar el cuerpo de la tumba con más facilidad
que nosotros despertar al que está dormido.
Otra pregunta es:
Pero si el polvo de tantos está ya mezclado, ¿cómo puede
llevarse a cabo la separación y hacer que resuciten los mismos cuerpos enteros?
Si creemos que Dios es capaz de crear, ¿por qué no va a
poder diferenciar el polvo de un cuerpo del de otro? ¿Acaso no vemos cómo
el químico separa varios metales mezclados, tales como el oro, la plata o el
latón, y reduce cada metal a su propia especie?
¿Y no creeremos con mucha más razón que, una vez que
nuestros cuerpos se hayan mezclado y confundido con otras sustancias, el Dios
sabio va a ser capaz de revestir a cada alma con su propio cuerpo?
Thomas Watson (1620-86)
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